SHAXO: La de Bea y Borja con aires románticos y desenfadados

Hoy vengo con uno de esos días B de los que se llevan la palma, de esos que te dejan con ganas de más, un día con B de boda, de Bea y de Borja. Ellos son los dos tórtolos que presumen de una sonrisa espectacular y sincera en las imágenes que verás a continuación ya que hoy vamos a hablar de uno de los días más importantes de su vida. La encargada de capturar sus expresiones de pura felicidad ha sido Marta Pérez, una fotógrafa para la que la clave no está en poner el ojo y disparar, sino en poner el corazón y sentir. Por si fuera poco, el entorno que los rodea es un paisaje de ensueño: las vistas que se pueden admirar desde la Masía Can Ferrer que se encuentra en Arbucies, Girona, y que permite que admiremos al mismísimo Montseny en todo su esplendor.

La boda de Bea y Borja con aires románticos y desenfadados

El evento no contó con una empresa organizadora como tal ya que lo que buscaba la pareja era que su boda reflejara los valores que los representan y su forma de vivir. «Resumiríamos la filosofía de aquel día en tres palabras: diversión, naturalidad y romanticismo.» Con este rechazo de la formalidad se consiguió que el ambiente, que ya era muy romántico de por sí, se tiñera de un aire desenfadado que permitió que todo el mundo disfrutara al máximo.

El entorno, por supuesto, ayudó a que todo fuera más natural e íntimo, y aprovechando que se encontraban en contacto con la madre tierra decidieron incluir pequeños toques rústicos en la decoración.

Hubo muchos rincones especiales en esta boda, algo que los invitados pudieron comprobar al llegar a la recepción, lugar en el que había un espacio con bebidas de frutas y pizarras que les daban la bienvenida. Cuando empezó a atardecer se volvió muy popular el espacio chill out que dispusieron entre luces y tonos madera y que tenía como protagonista a una antigua caravana que se convirtió en una fábrica de deliciosos crepes. Además, cuando llegó la hora del baile, los asistentes pudieron acercarse tanto al candy bar como a la barra temática de mojitos, al rincón del fumador e incluso al del confort, ya que en este último los invitados podían sustituir sus zapatos por unas esparteñas mucho más cómodas.

El libro de firmas se dispuso en un rincón con vistas al Montseny en el que también se situaron letras de madera con las iniciales de los novios para hacerse fotos con sus invitados. El photobooth no podía faltar ni en el pico más alto de la cordillera catalana y a pesar de que los novios querían algo muy sencillo porque el fondo que los acompañaba «era ya impresionante por sí solo», también contaron con un marco con los datos de la boda y un just married que animó mucho las fotos de sus seres queridos.